21 Feb 2022

Khruangbin. Música reconfortante para tiempos turbulentos.

El internacionalismo del grupo está incorporado en su nombre, que es la palabra tailandesa para “aeroplano”. Traducida literalmente, khruangbin significa “motor volador”.

Desde que se formó, en 2009, Khruangbin ha llamado la atención de The New York TimesThe New Yorker y Rolling Stone, ha aparecido en banda sonoras, ha hecho giras sin descanso y tocado en eventos de alto perfil como Coachella, el Festival de Música de Pitchfork y Bonnaroo, así como en la serie Tiny Desk, de NPR Music. Y una serie de conciertos en Australia abriéndole a Tame Impala que fue cancelada debido a la pandemia.

Un viaje al Sureste de Asia hizo que la banda integrada por Laura Lee

Mark Speer y Donald "DJ" Johnson sintiera la influencia de una cultura muy distinta a la occidental, fueron seducidos por los cadenciosos ritmos de la música tailandesa de los años 60 y las combinaron con elementos de soul, la música psicodélica y el funk y así fue como dieron vida a un género sin nombre.

Con la excepción de Texas Sun, un EP con el cantante Leon Bridges sacado a la venta en el año 2020, Khruangbin ha sido principalmente una banda instrumental. Sus dos álbumes consisten primordialmente en canciones cinemáticas que presentan la guitarra brillante de Speer, el bajo cargado de funk de Lee y la batería constante y delicada de Johnson.

La ingeniería que constituye Khruangbin no aburre, no es un loop repetitivo que se deja correr por una hora. Es la convergencia de distintos sonidos hipnóticos que van desde el psych, hasta el surf. Una cohesión universal de música que han buscado por años y que el trío se encarga de conjuntar, una tarea cultural que pocos pueden sobrellevar.

Con efectos sutiles y variaciones muy bailables, su funk psicodélico se ha vuelto parte de nuestra rutina para desestresarnos, con un sonido atemporal que se podría ubicar en décadas diferentes.

Lo natural de la banda en su proceso creativo se refleja en Mordechai, grabado en Mayo de 2019 y lanzado a la venta en el 2020. Las canciones fueron resultado de lo que tocaban durante su gira última sobre el escenario, para practicar, sin algo escrito formalmente en un flujo de ideas sin esfuerzo. El instinto simplificador de la banda también pasa a su proceso creativo, ya que graban en un granero de la familia Speer a las afueras de Houston, sin grandes avances tecnológicos mas que los pedales que le escuchamos a la guitarra: delays y a veces un fuzz.

Pocos son los proyectos que tienen algo novedoso que ofrecer. Mas en la era digital, pues es complicado ver nacer conceptos análogos tratando de mantener a flote el espíritu y el amor más puro hacia la música, y sobretodo, lo que es posible transmitir con ella. Es en las excepciones donde surgen cosas hermosas. Khruangbin es una de esas rarezas que nos entrega la época contemporánea. Un diamante en bruto con una teoría melódica que no se amarra a tocar una sola corriente musical.

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